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135 años de Quinquela Martín en el barrio de La Boca

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El barrio de La Boca no sería el mismo sin la huella imborrable que dejó Benito Quinquela Martín. A 135 años de su nacimiento, su legado sigue presente en los muros, en las calles y en la identidad cultural de Buenos Aires.

Su visión del arte transformó el espacio urbano y su compromiso social marcó generaciones. El Ministerio de Cultura porteño conmemora su figura con una serie de homenajes que destacan su inigualable contribución al patrimonio de la Ciudad.

“Quinquela Martín no sólo fue un gran pintor, sino también un gestor cultural que comprendió el poder del arte para cambiar realidades. Su legado es un testimonio de amor por La Boca y su gente”, señaló un vocero del Ministerio de Cultura de Buenos Aires.

Nacido el 1 de marzo de 1890, Benito Quinquela Martín creció en un entorno marcado por el ajetreo del puerto, los barcos y el trabajo duro de los obreros. Abandonado de bebé en la Casa de Expósitos, fue adoptado por la familia Chinchella, quienes lo criaron en el corazón de La Boca.

Desde temprana edad, trabajó en una carbonería familiar, experiencia que influiría profundamente en su obra y en su visión del mundo.

Ese paisaje, repleto de colores vibrantes y dinamismo, se convertiría en la esencia de su obra. Con una pincelada única, retrató la vida cotidiana del Riachuelo, los astilleros y los trabajadores, dotando de un carácter heroico a los personajes que poblaban su mundo.

Su técnica expresionista, combinada con una paleta de colores vivos, dio a sus pinturas una identidad inconfundible.

Su influencia no se limitó al arte pictórico. En 1936, donó terrenos y recursos para la creación de instituciones que hoy siguen en pie, como la Escuela-Museo Pedro de Mendoza, el Teatro de la Ribera y un centro odontológico infantil.

Estas iniciativas reflejan su firme convicción de que el arte y la educación debían ir de la mano para el progreso de la comunidad.

Uno de sus aportes más icónicos fue la creación del Paseo Caminito, concebido como un museo a cielo abierto. Inspirado en la famosa canción de tango del mismo nombre, el artista transformó un antiguo callejón en un espacio de expresión cultural que hoy es uno de los puntos turísticos más visitados de Buenos Aires.

Su obra trasciende fronteras y se encuentra en colecciones de museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma.

Sin embargo, su verdadero impacto se siente en Buenos Aires, donde sus murales, pinturas y esculturas siguen dando vida a los espacios públicos.

Quinquela también fue un gran defensor del concepto de «arte para el pueblo». En sus exposiciones, acostumbraba a dejar un cartel con la frase «El precio lo pone el comprador», permitiendo que cada persona pagara según sus posibilidades. Esta filosofía lo convirtió en una figura aún más querida por la comunidad.

En conmemoración a su legado, el Teatro de la Ribera presenta «Benito de La Boca», un musical que narra la historia del artista y su obra.

Además, durante marzo, el teatro será sede del Festival del Tornillo, una iniciativa inspirada en la Orden del Tornillo, el grupo que Quinquela fundó para darle «coherencia a la locura».

Más allá del reconocimiento artístico, su impacto en la sociedad es incuestionable. Fue un hombre que supo transformar su barrio a través del arte, dejando un mensaje claro: la cultura es una herramienta de inclusión y cambio. Su legado sigue vivo en cada pincelada de color que viste La Boca.