La pandemia del coronavirus sigue afectando al mundo entero. Desde que el Gobierno nacional tomó la decisión de poner al país en cuarentena muchos pacientes demoraron la consulta a pesar de tener síntomas de alerta por temor al Covid-19 y a salir de sus hogares. Esta situación se observó en pacientes con enfermedades cardíacas (accidentes cerebrovasculares, infartos y otras descompensaciones).
Si bien el aislamiento preventivo ha logrado aplanar la curva de contagios por coronavirus muchas personas minimizaron otros síntomas y se quedaron en sus hogares en lugar de ir a consultar al especialista acudiendo con estadíos avanzados y complicaciones asociadas a sus cuadros de base. Los cardiólogos han pedido a la población no colocar toda la atención en la pandemia por el riesgo de no advertir otros problemas de salud.
Muchas patologías preexistentes siguieron su curso sin ser controladas. Esto se debe a una mezcla de situaciones; cancelación de los controles médicos y reutilización de espacios y personal para atender casos de covid-19; si a esto le sumamos la atención restringida de urgencias en clínicas y sanatorios como así también en laboratorios de análisis clínicos en la fase inicial de la cuarentena más el alto acatamiento de la población adulta, podremos comprender el descenso en los controles de hipertensión, chequeos de laboratorio y demás seguimientos de otras patologías.
Debemos destacar que actualmente se está trabajando con turnos programados para no dejar desprotegidos a los pacientes. El sector de salud conto con la rápida implementación de las consultas telefónicas, la telemedicina y las recetas electrónicas para cubrir las demandas de la mayor cantidad de pacientes.
Según datos de la OMS, más de la mitad (53%) de los países ha interrumpido parcial o totalmente los servicios de tratamiento de la hipertensión. Algo similar ocurre en el caso de la diabetes (49%), cáncer (42%) y emergencias cardiovasculares (31%).
Junto a un mayor sedentarismo muchas de estas patologías están asociadas al sobrepeso y la obesidad que también se pueden potenciar en pandemia. Recordemos que hay enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad como hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, dislipemias, algunos tipos de cáncer, problemas articulares, apneas, hígado graso no asociado al alcohol (EHGNA), problemas ginecológicos y de fertilidad, baja autoestima y depresión.
Estos son algunos de los problemas que comenzarán a surgir o potenciarse como un efecto secundario de la pandemia.
El escenario es complejo, en septiembre de 2019 la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición arrojaba cifras alarmantes, el 68% de la población argentina, de más de 18 años, presentaba exceso de peso. Según los especialistas, la malnutrición en todas sus formas es la principal causa de problemas de salud global. El exceso de peso lleva al sobrepeso y este puede seguir su camino hacia la obesidad, si bien esta es de origen multifactorial una de las principales causas de obesidad sería el nivel nutricional inadecuado, priorizar alimentos de elevado contenido en grasas, azúcares -incluidas bebidas azucaradas y actividad física insuficiente. Estos hábitos poco saludables muchas veces se asocian a trastornos de alimentación como picoteo o atracones debido a las emociones negativas (ansiedad, angustia, miedo e incertidumbre) que han cobrado protagonismo durante este confinamiento tan prolongado.
Según la encuesta de la Sociedad Argentina de Nutricion (SAN), durante la cuarentena el 56% de la población aumentó de peso. Casi el 80% subió entre uno y tres kilos.
Actualmente los pacientes que estaban en tratamiento por sobrepeso u obesidad están regresando a las consultas presenciales o virtuales y también lo están haciendo personas que antes de la pandemia no tenían problemas con el peso.
En las personas obesas hay un cuadro inflamatorio crónico que es mayor según aumenta el grado de exceso de peso dado que su respuesta inmunológica no está debidamente regulada convirtiéndolos en población de riesgo ya que dichos pacientes pierden capacidad de responder de manera efectiva para bloquear la infección del virus. A través de una buena alimentación y hábitos saludables, se fortalece el sistema inmunológico sobre todo en momentos en que las defensas precisan estar lo más elevadas posibles.
Patologías en aumento
El estrés es una respuesta fisiológica ante una situación de adversidad y cuando se produce desencadena cambios químicos en nuestro cuerpo que afectan a nuestro sistema inmunológico, endócrino y neurológico.
El estrés generado por la pandemia es una de las principales causas del aumento en la caída de cabello.
El excesivo lavado de manos junto con la aplicación frecuente de alcohol en spray o gel generó un incremento en las dermatitis de contacto en la población general.
Los cambios de hábitos durante el confinamiento, generan condiciones que están alterando la salud de la población, en el mundo ya hablan de una epidemia de miopía a mediano plazo, sobre todo en niños y adolescentes, debido al mayor uso de pantallas y a la menor exposición a la luz natural debido al confinamiento. Los altos niveles de ansiedad están alterando el sueño de niños y adultos generando más bruxismo (apretar o rechinar excesivo de los dientes).
La menor movilidad juega en contra de la salud de huesos y músculos, favoreciendo la descalcificación ósea y perdida de masa muscular generando mayor riesgo de caídas a futuro sobre todo en adultos mayores.
A medida que los casos de Covid-19 comiencen a disminuir, empezarán a aflorar una serie de patologías que se fueron gestando durante este tiempo por eso hoy más que nunca debemos mantener los controles médicos habituales y acudir al especialista antes que sea tarde.