
Mantener limpia una ciudad como Buenos Aires no es tarea fácil: detrás de cada vereda reluciente y contenedor en condiciones, hay una red de equipos humanos y maquinaria especializada que trabaja de forma constante.
El gobierno porteño articula un sistema de limpieza que no solo recolecta residuos, sino que también se ocupa de escombros, voluminosos, poda y limpieza intensiva de calles.
Muchas veces no se ve, pero la maquinaria está en funcionamiento todos los días, en todos los barrios. Nuestro objetivo es que cada vecino sienta que su cuadra está cuidada, aseguraron desde el Ministerio de Higiene Urbana de la Ciudad de Buenos Aires.
Con más de tres millones de habitantes y una población flotante que supera el millón de personas por día, Buenos Aires demanda un sistema de higiene urbana altamente eficiente y coordinado.
Para atender esta necesidad, la Ciudad implementó una estrategia que combina tecnología, planificación y participación ciudadana.
El operativo incluye recolección de basura, barrido, lavado, retiro de objetos voluminosos, escombros y restos verdes.
El proceso arranca con los camiones recolectores, los clásicos vehículos con brazo hidráulico lateral que levantan los contenedores ubicados en cada cuadra.
Hay dos tipos principales: el bilateral, que puede operar de ambos lados del camión, y el lateral, más utilizado en calles con sentido único.
Su cámara interna comprime los residuos y los traslada a los centros de disposición final. Estos camiones recorren la ciudad todos los días, en horarios nocturnos y diurnos, dependiendo de la zona.
Luego, el mantenimiento de la vía pública continúa con las mini barredoras, máquinas compactas con cepillos giratorios que aspiran polvo, hojas y residuos.
Por su tamaño, son ideales para ciclovías y veredas angostas, donde los vehículos de mayor porte no pueden acceder.
También están las fregadoras, similares pero diseñadas para limpiar profundamente con agua a presión. Estas se ven sobre todo en calles peatonales y zonas de alto tránsito.
Uno de los equipos más potentes es el camión flusher, que emplea agua a presión para arrastrar residuos adheridos al asfalto.
Estos camiones, equipados con tanques y boquillas especiales, son fundamentales en los operativos de limpieza intensiva, donde se intervienen espacios públicos, esquinas con acumulación de residuos o zonas afectadas por lluvias y eventos masivos.
Junto a ellos, operan los flushers manuales, que mediante mangueras de alta presión, limpian veredas, bancos, cestos y mobiliario urbano.
Las sopladoras, por su parte, cumplen una función estratégica en espacios verdes y calles arboladas. Generan un flujo de aire que reúne hojas y residuos livianos para facilitar su recolección. Se utilizan sobre todo en plazas y durante el otoño, cuando la caída de hojas es masiva.
Otro actor esencial en este entramado es el camión almeja, llamado así por su brazo hidráulico con una «pinza» retráctil que permite levantar muebles, electrodomésticos, ramas, restos de poda y escombros.
Este servicio no circula espontáneamente por la ciudad, sino que opera bajo pedido de los vecinos. Para ello, existen tres vías: comunicarse con el chatbot Boti, llamar al 147 o ingresar a la plataforma BA Colaborativa. Una vez agendado el retiro, el camión pasa por el domicilio en el día y horario acordado.
Este modelo busca prevenir la formación de microbasurales, cuidar el espacio público y fomentar la responsabilidad compartida.
“Una Ciudad limpia no es solo tarea del Estado, sino también de cada uno de nosotros. Si tiramos bien la basura, si no dejamos escombros donde no corresponde, la limpieza se mantiene”, explican desde el gobierno porteño. La educación ciudadana es una pieza clave en este engranaje.
Además, los barrios cuentan con operativos de limpieza intensiva que se realizan periódicamente. En estos operativos, se despliega una batería de recursos: barredoras, flusher, operarios con mochilas pulverizadoras y personal que realiza tareas de barrido manual.
Estos dispositivos se refuerzan en fechas especiales, tras eventos masivos o en zonas donde se detecta mayor acumulación de residuos.
El compromiso también se extiende al mantenimiento de los contenedores. Periódicamente se realiza el lavado manual de los mismos, utilizando rociadores especiales y detergentes biodegradables.
De este modo se evita la proliferación de malos olores, insectos y la saturación por residuos líquidos.
En total, el sistema de higiene urbana de la Ciudad emplea más de 12 mil trabajadores y cuenta con una flota de más de 2.500 máquinas entre camiones, barredoras, flusher, sopladoras, entre otras.
Todo este esquema opera bajo la supervisión del Ministerio de Higiene Urbana y se adapta a las necesidades de cada comuna.
En algunas zonas se realizan operativos nocturnos; en otras, la recolección es diurna; y hay sectores donde se refuerza el servicio por eventos o situaciones particulares.
En este entramado también se destacan las cooperativas urbanas y organizaciones sociales que cumplen tareas de concientización y apoyo logístico. La articulación entre el Estado y estas entidades resulta vital para llegar a cada rincón de la Ciudad.
Como vecino porteño, me resulta revelador entender todo lo que ocurre detrás de una calle limpia. La Ciudad no se mantiene sola: hay miles de personas, máquinas y sistemas trabajando para que podamos caminar por veredas despejadas y respirar aire más limpio. Y también nosotros, los ciudadanos, tenemos un rol clave en esta tarea colectiva.