Ubicado en Palermo el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD) no es solo un espacio para admirar obras de arte; es una experiencia que invita a los visitantes a sumergirse en la historia y la cultura a través de su impresionante colección de más de 6,000 piezas.
“Nos proponemos ser un espacio de encuentro, integración y reconocimiento mutuo con nuestros visitantes, donde el patrimonio y la historia cobren vida”, afirma la dirección del museo, resaltando su misión de dinamizar la afluencia de públicos diversos.
El MNAD, que funciona en lo que fue la residencia de la familia Errázuriz Alvear, no solo alberga un vasto patrimonio artístico, sino que también se ha convertido en un referente cultural en la ciudad. Su colección, que se inició con las obras que la familia vendió al Estado Nacional en 1937, ha crecido exponencialmente gracias a donaciones de grandes coleccionistas. Algunas de las piezas más destacadas incluyen:
- Miniaturas Europeas: Obras de los siglos XVI al XX que adornan el Salón de Familia.
- El Greco: Un óleo sobre tela titulado “Jesús con la cruz a cuestas”, que destaca por su maestría.
- Tapices del Siglo XVI: Ubicados en el Gran Hall, son ejemplos del arte textil de la época.
- Auguste Rodin: Esculturas que reflejan la genialidad del artista francés.
- Reloj de Luis XVI y María Antonieta: Un regalo de bodas que evoca la historia real.
El museo no solo expone estas obras; también se preocupa por su conservación, manteniendo gran parte de la colección en reservas para permitir una rotación que garantice su cuidado.
El edificio que alberga el MNAD, el Palacio Errázuriz Alvear, fue diseñado en 1911 por el arquitecto René Sergent en un estilo neoclásico francés. Esta magnífica construcción no solo es un refugio para el arte, sino un testimonio del estilo de vida de una familia burguesa en el siglo XX. Durante los dieciocho años que la familia residió allí, el palacio fue escenario de recepciones, conciertos y bailes de caridad, integrando innovaciones tecnológicas como un sistema de calefacción central y ascensores, que lo hicieron un ejemplo de lujo y confort de su tiempo.
El recorrido por el museo no se limita a la contemplación; se busca propiciar el diálogo y la reflexión sobre el arte decorativo y el diseño. Con un jardín histórico de estilo francés que complementa los salones de recepción, el MNAD se erige como un espacio dinámico y acogedor, donde el arte y la historia se entrelazan en una experiencia enriquecedora.
Así, el Museo Nacional de Arte Decorativo no solo preserva un legado cultural invaluable, sino que también invita a todos los públicos a ser parte de un diálogo continuo sobre la belleza, el arte y la historia que nos conecta. En cada rincón del palacio, los visitantes pueden sentir el eco de las historias pasadas, y su misión de ser un punto de encuentro entre generaciones se renueva día a día.